lunes, 27 de abril de 2009

Pepe Blanco: de "insultador" profesional a factótum de la obra pública


La clave es Galicia. Zapatero no contaba con perder Galicia. Ni él ni nadie. La victoria de Feijóo ha supuesto una sorpresa incluso para el propio PP. Los desmanes del BNG del heroico Anxo Quintana, la campaña de Galicia Bilingüe y el exceso de confianza del propio PSdeG-PSOE hicieron que la pérdida de un solo escaño por los nacionalistas, diera la Xunta a un PP con menos votos que hace 4 años, ante un PSOE que no perdió votos. El PP lo vende como una gran victoria debido a que se esperaba su derrota, obviando el resultado ajustadísimo y los nulos méritos propios, sino deméritos ajenos.


Sin embargo, dicha derrota ha escocido mucho en Moncloa. El plan de Zapatero era que tras el uno de marzo, las tres comunidades autónomas españolas con fuerte sentimiento nacionalista fueran gobernadas por socialistas. Las consecuencias de este hecho sin parangón en la historia democrática serían de gran calado y le permitirían a Zapatero presentarse como el vencedor del nacionalismo, diferenciar su política del PP acusando a este de practicar un frentismo que fomenta el voto nacionalista y teledirigir la política autonómica (con la venia del casi siempre rebelde e incómodo PSC). La legislatura sería diferente. Estuvo a un puñado de votos, a un escaño de lograrlo, el escaño que el BNG cedió ante el PP gallego.






Me sorprende que a muchos analistas les haya pasado desapercibida la causa de la frustración de Zapatero, que no es meramente haber "perdido" Galicia, sino el no tener esa triple corona que supondría Galicia, Euskadi y Cataluña (Galeusca). Las baterías mediáticas estaban prestas a ensalzar al presidente como el gran pacificador de la cuestión nacional española, vendiéndonos la audacia con la que había derrotado a los nacionalismos en sus propios territorios usando para ello la "amabilidad" (lo que para otros es las cesiones continuas al ideario nacionalista) y el "diálogo", el "consenso" y otros conceptos de uso común en la verborrea progre.


El PP, que sigue en la inopia, no parece haberse dado cuenta de la jugada y de lo cerquísima que ha estado el PSOE de lograr ese gambito decisivo para la entronización de Zapatero como forjador de una especia de Pax autonómica zapaterina.


Sí se ha comentado que la derrota por los pelos en Galicia ha acelerado la crisis de Gobierno. Se han sustituido ministros con conocimientos (independientemente de su eficacia) por otros menos letrados (Economía y Cultura) pero mucho más fieles al "líder carismático", que es lo que a Zapatero le importa ahora que vienen mal dadas (lo de arreglar los problemas de la ciudadanía es secundario). Se intentan recomponer los puentes con PRISA para restañar las heridas surgidas de la guerra con Mediapro poniendo al hermano de Gabilondo. Se promociona a una inepta patológica pero profesional de la política como Trinidad Jiménez, cuyo único mérito es de nuevo la fidelidad ciega al líder. Y finalmente, está lo de PP... ¡uy! perdón, lo de Pepe (Blanco).


El hecho de que durante casi 9 años el encargado de la comunicación del PSOE haya sido Pepe Blanco demuestra la poca estima que tiene Zapatero por el intelecto de los españoles. Pepe Blanco ha sido para el presidente algo así como lo que fue Alfonso Guerra para Felipe González mientras se llevaban bien: el necesario Mr. Hyde del Doctor Jekyll. La "cara B", el "poli malo", el encargado de bregar en el fango usando las palabras duras, los argumentos torticeros, las mentiras más arriesgadas que después podrían usarse contra el partido. Que Blanco es un iletrado de razonamientos groseros, mendaz y sin escrúpulos es algo que ha quedado claro demasiadas ocasiones. Pero que nadie le subestime. Su labor ha sido eficacísima.


Ha sido el encargado de decir lo que pensaba Zapatero pero no quería decir para mantener una imagen de hombre de estado moderado y respetuoso. Ha sido el encargado de mentir un día sí y otro también diciendo que el 11-M fue culpa de Aznar por llevarnos a la guerra de Irak aunque la sentencia del caso y la resolución del recurso del Tribunal Supremo desligan el atentado de dicha guerra y de la política internacional del gobierno anterior. Sin embargo, Blanco ha estado diciendo continuamente esta falacia mucho después de la sentencia. También dijo que el atentado en Casablanca contra la Casa de España fue culpa de Aznar y que este había mandado a soldados españoles a la guerra. Mentira, los mandó acabada la guerra y junto a tropas de la mayoría de países europeos. El gobierno Zapatero votó en la ONU a favor del envío de tropas a Irak en el 2004... tras haber retirado las españolas. Toma coherencia.




Blanco ha sido la falsa liebre que ha absorbido las críticas que deberían haber sido dirigidas a Zapatero, haciendo una excelente labor de despiste del adversario y escudo del jefe. Ha sido el encargado de agitar espantajos sobre el Prestige, la Guerra Civil y la falta de liderazgo de Rajoy. Ha dirigido a las huestes mediáticas nacionallistas y socialistas contra Jiménez Losantos, Pío Moa y César Vidal y ha servido de apagafuegos en los centenares de casos de corrupción que tan sólo la prensa no adicta al PSOE publica. Ha logrado envilecer hasta la médula al votante socialista y multiplicar el odio al PP, consiguiendo que incluso por mal que lo haga el PSOE, por muchas mentiras que digan, muchos españoles sean incapaces de votar al PP.






El hecho de que Blanco haya resultado tan eficaz en su labor demuestra hasta qué punto el odio es el principal sentimiento en la opinión política de millones de españoles. En otro país menos visceral, Blanco jamás habría llegado tan lejos.






¿Y por qué le ponen de Ministro de Fomento?






No sólo por el pago de los excelentes servicios prestados, sino para que en el futuro sea el candidato de confianza de Zapatero a la Xunta de Galicia. Descontando que Feijóo agotará los 4 años de legislatura al tener mayoría absoluta, Blanco podrá haber terminado legislatura nacional como ministro habiéndose hecho las fotos con el AVE llegando a Galicia. Un AVE pensado, diseñado y aprobado por el Gobierno Aznar y que llegaría antes a la comunidad atlántica de no haber sido torpedeado por Magdalena Álvarez (aquella que dijo lo del "plan Galicia de mier...") hasta que Touriño presidió la Xunta (el PSOE siempre igual, que les pregunten a los madrileños).


Fomento es el ministerio del gasto público por antonomasia. El que permite mayor lucimiento a su titular, el que puede hacerse más fotos con obras que luego pueden señalarse con el dedo y decir "lo inauguré yo", como si el mérito de una infraestructura elaborada durante una década pudiera llevárselo un señor que han puesto por su fe ciega en el jefe y que —quién lo duda— no tiene ni puñetera idea de nada que no sea el insulto perpetuo al rival.

2 comentarios:

  1. No cabe duda de que PEPIÑO (perdón, D. José Blanco)merece un premio por su labor, a lo largo de estos años, como segundo de abordo. Yo le propondría para el premio de "INSULTADOR MAYOR DEL REINO". Es que, en realidad, es lo único que sabe hacer con soltura.
    En cuanto a su Jefe, alias ZP, más que como hombre de estado, pasará a la historia como un ILUMINADO, pero con evidente falta de luces. El resultado esta ahí: cuanto toca, lo estropea. España es una muestra de ello. Y para mas INRI no puede tener Ministros medianamente útiles e inteligentes, por que quedaría muy mal él. Desentonaría de una manera muy llamativa.

    Todo tu razonamiento, muy interesante. Felicidades

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  2. Hace tiempo que intento añadirte a mi blogroll, pero aparecía un error de html típico de blogger.

    Ya lo conseguí. Saludos desde El republicano Digital.

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